sábado, 10 de mayo de 2008

UN CARÁCTER MOLDEABLE COMO EL BARRO


MOLDEABLE: Dar forma a una materia en un molde.Modelar. Sacar el molde de una figura.
Desarrollar el carácter de alguien en sus gustos,sentimientos,ideas,etc.
¿Qué quiere Dios de nosotros?

Dios quiere que seamos, vasijas de barro, personas con un carácter moldeable para que El pueda trabajar en nosotros.

Isaías 64:8 dice: "Ahora pues, Jehová, tú eres nuestro Padre; nosotros barro, y tú el que nos formaste; así que obra de tus manos somos todos nosotros"

Para tener un carácter conforme al corazón de Dios es necesario pasar: por el fuego, pruebas, desiertos, luchas, adversidades.

Lo más grandioso ahí en medio de la prueba es darse cuenta que a pesar de estar hecho pedazos, estaba en las manos del alfarero, del mas grande, dulce y maravilloso alfarero, Cristo el admirable.
¿Sabes lo que les sucede a las vasijas de barro cuando ya han sido formadas? Se ponen al fuego, donde son cocidas y endurecidas. Como la vasija, nosotros también somos puestos al fuego - el horno de las luchas y adversidades de la vida. No nos gusta el horno - es muy caliente. Aparentemente intolerable, pero si nos resistimos, podemos arruinar los resultados de un proceso notable.

La buena noticia es que Dios no te deshecha aunque estés herido, triste o hecho pedazos al contrario si estas ahí en el suelo eres el mejor candidato para que el tome cada pedazo y hacer de ti un maravilloso vaso de honra.

La Biblia dice en II de corintios 4:7 “Pero tenemos este tesoro en vaso de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros”
Es necesario el desierto si no hay lucha no hay victoria sino hay muerte al Yo no puede haber vida en Cristo.

“Como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano”
Jeremías 18:1-6

“… Y descendí a casa del alfarero, y he aquí que él trabajaba sobre la rueda. Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla. Entonces vino a mí palabra de Jehová, diciendo: No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, OH casa de Israel? dice Jehová. He aquí que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, OH casa de Israel…”



DIFICULTADES PARA QUE UN CORAZÓN (BARRO) SEA MOLDEADO

1. La desobediencia
2. Un corazón endurecido
3. No escuchar la voz de Dios
4. El pecado
5. La amargura
6. La idolatría
7. La falta de arrepentimiento

Así como la dureza del barro produce problemas al alfarero para formar su vasija de barro así la desobediencia del cristiano produce endurecimiento en su corazón. El pueblo de Juda se endureció a la voz de Dios y fue quebrantado. Si sólo pudiéramos ver el producto terminado que Dios ha planeado, nunca le desobedeceríamos. Es triste, pero pensamos que sabemos más que Él acerca de la vida. ¿Hemos endurecido nuestro corazón a la voz del Señor? ¿Sentimos que nada nos sale bien? ¿Sabes porque? Por que Él al que ama disciplina. Si tan solo le pedimos perdón por nuestro pecado ya veremos que tan dócil es Su mano con nosotros.

“... Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano…” v.4. Hay veces el barro se hecha a perder en las manos del Alfarero por causa de que el barro esta mezclado con piedritas que impiden darle consistencia al material. Así pasa con nuestra amargura. Ella hace que el bien que Dios quería hacer con nuestras vidas se eche a perder. La amargura y la idolatría hicieron que el pueblo de Juda no se arrepintiese. El apóstol Pablo dice, “Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados” Hebreos 12:15.

La rueda es el lugar donde el Alfarero moldea nuestra vida. Por lo tanto nuestra vida representa la rueda. El alfarero es el que le da la velocidad a la rueda, no la vasija. Nuestra vida va de acuerdo a Su tiempo y no al nuestro. No nos afanemos. Lo más importante en cuanto a la rueda no es su tamaño, sino su centro. Si la rueda está «centrada», todo estará equilibrado. Cristo es el centro de la vida cristiana consagrada (Mt 6.33). Debemos de estar centrados en El para encontrar el Verdadero equilibro de nuestra vida.

Cada creyente será moldeado de forma diferente para que pueda realizar el servicio que Dios desea. Pero, a pesar de nuestra diferente preparación, todos tenemos la marca de nuestro Alfarero.

Con demasiada frecuencia nos ponemos a ver los talentos y las capacidades de quienes nos rodean, y quisiéramos ser más como ellos. Pero hemos sido hechos exactamente para los propósitos que Dios tiene para nosotros, y Él no se equivoca. Si pasamos el tiempo deseando tener los talentos que no se adecuan al plan de Dios, o si nos negamos a usar los dones espirituales que Él nos ha dado, desperdiciamos Sus esfuerzos y nuestra oportunidad de servirle.
Observemos ahora qué hace el Barro:

1. La masilla tiene que ser triturada: reducida, lo que se logra pisoteándole y dándole con la mano, llevándola a su mínima expresión, para que la masilla adquiera la textura que la va a hacer maleable, en manos del alfarero. La hace dócil.

2. Tiene que ser purificada: Llevan la masilla a cisternas pequeñas, dentro de la tierra, sumergiéndola agua. En el vocabulario de Dios agua es el Espíritu Santo. La persona tiene que ser sumergida en el Espíritu Santo.

El polvo va a bajarse y el agua va a ir subiendo las impurezas. Abajo el barro, arriba las impurezas.

Únicamente el Espíritu Santo revela lo que hay en el corazón, y haciendo salir la impureza. Después que se ha extraído esta impureza, se mueve, una y otra vez, para que durante días suelte lo que no debe tener.

3. Cernida: Se ejerce presión sobre el lodo para que baje lo puro y quede lo impuro.
En el tamizaje todo empieza a doler, el Yo empieza a protestar cuando pasamos por el cernido de Dios.

4. Se deja reposar: ese reposo es para que la masa adquiera la elasticidad que necesita antes de empezar el moldeado. Durante todo este proceso nos convertimos en gente con dominio propio, trabajando con el Espíritu de Dios. En ese momento la arcilla queda liberada de la impureza. No puede permanecer la cal, porque si se somete al fuego, el barro se infla y se rompe la vasija. Altivez, orgullo se quedó escondido pero, como el fuego revela, todo esto sale, porque estaba escondida la cal en la masa.

En caso de que la vasija se rompa en el fuego no habría arreglo. Si está llena de piedras, al ponerla en el fuego, taladra, forma, un agujero que no permite que el brillo salga, se obtenga.

Rebeldía, negligencia, falta de humildad, terquedad, dureza de corazón, son piedras que se guardan en la masa. Las personas que no se dejan moldear no pueden llamarse hijo de Dios, hombres y mujeres a quienes Dios está transformando.

El fruto del Espíritu tiene que manifestarse y producir resultados espirituales en nosotros. No podemos resistirnos al trato del alfarero, quien trabaja gradualmente con aquellos que permiten ser trabajados. El alfarero aplica una velocidad específica de acuerdo a la forma que le esté dando.


Reflejaremos a Cristo en la medida en que permitamos el trabajo de Dios en nuestras vidas. Paciencia, serenidad, son frutos del Espíritu. Dios quiere formarlas en nuestro interior pero, si se encuentra con resistencia, no hará las dimensiones internas que quiere hacer en nuestras vidas.

La masa por naturaleza no tiende a levantarse. Quien le da la altura al todo es Jesucristo y lo hace con precisión, lentitud y perseverancia.

¿Estamos permitiendo que Dios nos moldee a su tiempo?

Es necesario que respetemos su ritmo, la manera en que quiere darnos forma.

El barro que Dios preparó es para que sea vasija preciosa, donde la murmuración, la dureza, no existan más y sea a la imagen de su hijo. ¿Cuántos de nosotros le impedimos a Dios que haga esa vasija? Autoafirmémonos en el carácter nuevo que Dios nos da. Por la condición de nuestro corazón daremos mayor o menor fruto.

Permitámosle a Dios que nos purifique, que nos moldee, que haga su operación en nuestras vidas, para que logremos ser ese barro de alta calidad, totalmente moldeable en manos del alfarero.

Transformar el carácter del creyente a la plenitud de Cristo: “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” Efesios 4:13

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