sábado, 19 de julio de 2008

ESFORZARSE ES PARA VALIENTES

Palabra: Josué 1: 1-10

Dios preparó a Josué para dar un paso definitivo y decisivo en el cumplimiento de la promesa que le hizo Dios a su pueblo a través de Abraham, Isaac y Jacob. Tuvo este gran privilegio que aún ni el propio Moisés lo tuvo. A pesar de su gran fidelidad no pude entrar a la tierra prometida a causa de su desobediencia a Dios (Números 20: 12). Que tuvo que hacer Josué para poder cumplir con el propósito encomendado por Dios.



1. Ser obediente: Recordemos a Noé. Jehová lo llamó a hacer un arca que serviría de refugio para los seres que Dios preservaría cuando destruyera la vida pecaminosa del hombre. Posiblemente Noé se preguntaría el por qué y el para qué de la orden. Ni él mismo podía entender pero lleno de valor, se esforzó en complacer a Dios y en obediencia, construyó el arca. Y llegó el diluvio, y sólo los hombres que estaban dentro del arca se salvaron. ¡Feliz obediencia la de Noé! Así mismo Josué hizo exactamente lo que Dios le encomendó (Josué 1: 2-4). La obediencia a Dios trae a nuestra vida:

  • Propósito (Josué 1:3): Dios tiene un propósito con cada uno de nosotros y hace que todos nuestros sueños se hagan realidad según nos convenga. Dios nos da promesas y todas ellas son cumplidas por El, porque su fidelidad es para siempre.
  • Protección y Seguridad (Josué 1:5): La palabra dice igualmente en Romanos 8: 31 “Si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros?”. En Cristo encontramos protección y seguridad todos los días de nuestra vida. Si contamos con El siempre, El nunca nos desamparará.
  • Ánimo (Josué 1: 6): La presencia de Dios en nuestra vida nos hace jóvenes esforzados y valientes; comprometidos con su palabra y con el cumplimiento de sus mandamientos.

2. Ser fiel y perseverante: Y dice la palabra en Éxodo 33: 11 que aún cuando Moisés salía del campamento y volvía a entrar (en sus encuentros a solas con Dios), "el joven Josué, hijo de Nun, su servidor, nunca se apartaba de en medio del tabernáculo" Y nosotros, ¿estamos perseverando en la presencia del Señor? EL nos llevó a las alturas reales. Nos hizo ciudadanos del reino de los cielos. ¿Perseveramos fieles? ¿No entramos y salimos atraídos por el mundo? ¿Estamos como pámpanos pegados a Su vid? "El que permanece en mí, y Yo en él, éste lleva mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer" (Juan 15: 5). Josué fue escogido por Dios gracias a la intimidad permanente con El a pesar de que Dios no le hablaba directamente, como si lo hacía con Moisés y Aarón. Solo pudo escuchar la voz de Dios después de la muerte de Moisés (Josué 1: 1). Cuando somos fieles y perseverantes a Dios, automáticamente esto se traslada a todas las áreas de nuestra vida para cumplir todas nuestras metas y sueños.

3. Deleitarse en la palabra de Dios (Josué 1:8): Un elemento clave para que Josué llegara a la tierra prometida fue el nunca apartarse de la palabra de Dios y meditar en las escrituras. A través de la palabra vamos a encontrar que Dios aun en los momentos en que estamos desanimados y cuando pensamos que todo está perdido, nos habla, nos consuela y nos exhorta a seguir adelante. El leer la palabra de Dios es uno de los principios fundamentales de la vida cristiana.

4. Ser un Hacedor (Josué 1:10): Josué cumplió las ordenes de Dios e inmediatamente y forma muy diligente reunió y preparó su ejército para ir a tomar posesión de la tierra prometida. Dios nos enseña a través de la vida de Josué que no es suficiente con únicamente escuchar la voz de Dios. Debemos levantarnos como valientes para poner en práctica todo lo que nos encomienda y para ser fuertes y vencer cualquier tentación que se presente. Esforzarse quiere decir poner manos a la obra. Si creemos, si tenemos certidumbre de fe, confiaremos y esperaremos en el Señor; nos levantaremos, nos pondremos a Su servicio y la victoria nos sonreirá. Se necesita valor para permanecer en el reino. Hay tantas tentaciones aquí, tantos atractivos, tantas invitaciones a disfrutarlos placeres de la carne que si nos acobardamos, pereceremos. Pero recordemos que "Dios no nos ha dado espíritu de cobardía sino de poder, de amor y de dominio propio" (2 Timoteo 1: 7)

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